Qué se siente
Si me dicen ven, voy
(podría bien hacer resistencia de la salada,
de esa que se amarra a la boca)
Ya me veo pronto, muy pronto…
saco y aprieto otra masa de luz, caliente e indolora,
cerca de una cuota incalculable, de bien
rozando la acera a las doce,
quemo todo lo que soy
volviendo en resurrecciones infinitas, cubierta de cenizas,
y graznando sin partitura.
Si me dicen ven, voy
vuelvo obsidiana;
y siempre tengo que explicar mi belleza,
muchas veces
demasiadas.
El alma que insiste en salir de mis ojos
no soporta, el no dejar lo que le toca
y eso siempre, tras cada cascada de fuego, tras cada cuna de escombros.
Truena todo en mí con cada quiebre, pero
cuando digo todo, es todo.
Y solo sé que el alma existe
porque ella también truena,
ella es quien más teme derrumbarse
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La hija
Jisi Nahisi
se trepó del cuello de Pai Bei Pau.
Sacó la navaja santiguada por precisa
y clavó seis puñaladas chiquitas
en la nuca de Pai Bei Pau.
Pai Bei seguía sorprendida.
La rudeza de Jisi era de esperarse,
pero no su precisión.
Goteaba sangre de igual calibre,
por las seis rendijas filosas.
Se mareó del dolor
Aún gaveada en la nuca de Pai
Jisi comenzaba a tejer el mensaje de su madre.
El nombre del Padre de Jisi
tatuado en estambre cosido
por los seis hoyos cardinales
en la nuca de Pai Bei Pau.
Casi muerta Pai dice “Rodríguez”
Y Jisi completa diciendo “Bitervo”
-dilo dos veces maldita
que es por ese santo que hoy estás muriéndote,
por su cama y por su ripio,
por su cara que te dejó quererlo
y por su lengua que le dijo a mi madre
que se iba contigo
¿contigo?
¿y pa’ donde?
Pal diablo los dos.
Pero yo vengo de allá
y no creo que los reciban,
son muy mierda pa’ ese honor.
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Ritual Papaya
Escribe seis letras en su manto,
y la papaya la raya toda en el suelo.
Catrina, la quinta negra, dibuja en el piso frío con la sangre de su acertado presagio.
Otro intento caduco en el caldero prieto desde la luz naranja de su Sacro
otra orquesta suspendida
no sonarán las trompetas ni los cueros engrifados
su vientre
de nuevo sangra,
ella lo quiere habitado.
Ritual papaya se unge buscando vástago.
La fruta sumergida en los óleos de cártamo, palma, almendra, ricino, coco blando y coca cruda.
Sumerge en la unción unas gotas de rojo menstrual
tragando como fuego,
con el cuerpo desnudo,
acuñado por mil lamentos y un pesar.
“Quiero vástago negrito y de azufre Yayá,
quiero carne de mi carne.
Sacudiré mis venas para que bailen todas las noches en honor a tu espíritu Yayá,
que como látigos se estiren y ahorquen el tiempo,
que la danza dure lo que tenga que durar.
Saciaré tus ansias de cortejo y compañía Maña Prieta, me sentaré en tu regazo recitándote los versos de mi Babalaú, con la comarca estancada de San José cultivando un perdón y con las lágrimas de Santa María comiéndose su placenta en honor a la mentira que la hizo mujer y redentora sin permiso.
Cada noche Yayá,
toda la savia de mis deseos correrá por tus venas, y ungida seguiré hasta el cansancio pidiéndote vástago nuevo en mi vientre, y lo más importante, vivo, porque es vivo que lo quiero Yayá”
A la luz de una noche sedienta de nuevos sollozos
marca Catrina los pasos en los rezos de los fieles
todos en su nombre,
vendidos a su espíritu a cambio de favores hechizados.
Toda oración en la tierra, todo clamar al cielo o al infierno, todo saludo al sol, toda cabeza en dirección a la meca, cada Tefilá, todo rezo de rodillas, en loto zen, en manos cruzadas, en manos en penitencia.
Cada plegaria dispuesta a su reclamo,
cada llanto
atribuido y retribuido a su desventura.
Que la Papaya le lleve todo lo bueno.
Que la Papaya la lleve a todo lo bueno.